LINEA
DE TIEMPO EN LA OCUPACION DEL ESPACIO SANJUANINO (CFI)
18.000
Ac / 2010
Entre
11.000 aC y 10.000 Ac
PRESENCIA HUMANA:
primeras evidencias
en el Cono Sur de
América. Los restos se
encuentran en el sur y
centro de Chile:
Monteverde, Fell, Pali
Aike, Cueva del
Milodón, Tagua tagua,
Quereo, como
en la Patagonia
argentina: Piedra Museo,
Los
Toldos
Primeros testimonios de grupos
humanos en el noroeste, Cuyo,
Centro y Pampa
Pequeños grupos ocupan el territorio. Son
igualitarios y
probablemente con liderazgos efímeros y
consensuales.
Al crecer en tamaño, se
dividen y exploran otros espacios
Proceso de ocupación: en
América del Sur el hombre
ocupa rápidamente la mayoría
de los espacios y en particular,
los ubicados al este y oeste de
la cordillera de los Andes,
incluidas San Juan y Mendoza,
conformando la llamada Área
Cultural Sudamericana
Los primeros testimonios
de la presencia de
cazadores-recolectores en los
Andes muestran un proceso de
adaptación. Las evidencias más
tempranas están localizadas en
cuevas y aleros, tanto en Chile
como en Argentina
Entre 8.000 aC / 7.000 aC
La presencia del hombre
en San Juan y en la región
cuyana es antigua.
La etapa de cazadores recolectores está
representada por las culturas Fortuna y
Morrillos, caracterizada por la fabricación de
herramientas, la construcción de viviendas y
la
utilización del hueso, la madera, además de la
piedra, para la fabricación de armas y adornos
Se localizan en la cordillera de Ansilta:
Bauchaceta,
San Guillermo, Gualcamayo, Talacasto,
Alumbrera,
Cerro de Valdivia, Ischigualasto, Marayes,
La Huerta, Espota y Hornilla
LA FORTUNA, PRIMEROS CAZADORES RECOLECTORES,
viven en San Juan
durante 300 años y se extienden por: Coquimbo
en Chile, Mendoza y San Luis
Los aborígenes de los Morrillos habitan los
mismos
lugares que los de la Fortuna: sudoeste de
Calingasta,
cordillera de Ansilta, Colorada de la Fortuna
y los valles
preandinos al sur de los 30º latitud sur. Se
desplazan desde
Neuquén hasta 30º de latitud sur y desde el
océano
Pacífico hasta las proximidades del meridiano
64º oeste
Otros grupos, con características
semejantes a Morrillos, aparecen
posteriormente. Tienen algunas diferencias
en su patrimonio cultural. Ocupan los
mismos lugares que los Morrillos y se
desplazan por todo Cuyo
Estos grupos cazadores
desaparecen alrededor del
año 4000 a C. Se repliegan
hacia el sur del paralelo 34º
empujados por grupos
del norte
El grupo la Fortuna cazan
guanacos, recolectan huevos
de ñandú, frutos de algarrobo,
semillas y raíces de cactus
Para su subsistencia cazan guanacos, llamas,
vicuñas, y
otros animales. Son pescadores de rios
cordilleranos
Recolectan frutos de
algarrobo, chañar, raíces
de cactus, huevos de
ñandú y otras aves
Los aborígenes de la Fortuna poseen objetos de
material lítico: puntas de flecha pedunculadas,
raederas, cuchillos, bifaces o hachas de mano
y raederas de hueso para fabricar puntas
(8500-6000 aC)
Hilandería: las culturas de cazadores –
recolectores, conocen el hilado, la
fabricación
de hilos por medio de la torsión de fibras
útiles,
y el teñido de origen animal y vegetal.
Aparecen
fragmentos de hilos realizados con fibra
vegetal
muy retorcidos, resistentes, de juncos que
crecen en las vegas y arroyos de la cordillera
La reserva de San Guillermo sufre un largo
proceso de ocupación humana. Aparecen
restos de herramientas de piedra con una
antigüedad de 8500 años a C., en las orillas
de
arroyos y distribuidas por todo el paisaje,
que
pertenecen a la Fortuna
La Fortuna: las puntas de proyectil
pedunculadas pertenecen a esta cultura y se
encuentran por casi todo el territorio de San
Juan. Son grandes y en la parte posterior
poseen un pedúnculo o apéndice. Las hojas
de puntas de lanza o cuchillos también
terminan en un pedúnculo. Otros
instrumentos líticos: son raspadores,
raederas, perforadores y manos de molino
Morrillos: la estólica instrumento compuesto por una
pieza de madera, de casi cincuenta centímetros
de largo,
en uno de sus extremos posee un taco de piedra
o hueso,
donde se apoya el dardo y en el otro un mango
o
agarradera de madera, para sostener la pieza
con las
manos, ambos se adhieren a la varilla
portadora con
ligaduras de tripas y/o resinas que sirven de
adhesivo
Vestimenta: emplean grandes trozos de
cueros sin despelar, cosidos con hilos de
lana, fibra vegetal o nervio animal
Morrillos: realizan collares con semillas,
dientes o
huesos de animales y pendientes de uñas de
ñandú, valvas marinas y piedras. También
muñequeras o perneras confeccionadas con
piedra, cáscara de huevo y dientes de animales
Los Morrillos: los restos materiales
encontrados permiten
comprobar la perfección alcanzada en la
fabricación de hilos
y cordeles. La materia prima utilizada es lana
de camélidos,
fibras vegetales, nervios y tendones de
animales y pelo
humano. La más usada es la lana y pelo humano;
las fibras
vegetales necesitan un trabajo más complejo
para su
obtención, al igual que los nervios y
tendones. Los hilos son
empleados en ataduras para costuras de mantas
de piel y
para confeccionar bolsos y cunas.
Los cestos son elaborados con juncos y gramíneas
y con
diferentes técnicas: espiralado, encordado y
entrecruzado y arrollado
Las comunidades de Morrillos no
practican la agricultura. Tampoco
conocen la cerámica ni el tejido
Migración de grupos: Por el año 8500 aC
el aumento de las temperaturas y la
escasez de deshielos secan algunos lagos
en la Puna de Atacama. Las zonas más
bajas cercanas a la pre cordillera, ubicadas
en nuestro territorio, forman grandes lagos,
Ullum-Zonda y el valle central del rio San
Juan, en proceso de desecación. Esta
situación provoca la migración de grupos
que, procedentes del norte, huyen de la
desertización en búsqueda de alimentos
para subsistir
Fortuna: viven en asentamientos
transitorios y se trasladan de
acuerdo a los movimientos de la
fauna a ambos lados de la
cordillera
EL
ORIGEN DE LA FAMILIA, LA PROPIEDAD PRIVADA Y EL ESTADO
Prefacio a la Primera
Edicion, 1884.
Según
la teoría materialista, el factor decisivo en la historia es, en fin de
cuentas, la producción y la reproducción de la vida inmediata. Pero esta producción
y reproducción son de dos clases. De una parte, la producción de medios de
existencia, de productos alimenticios, de ropa, de vivienda y de los
instrumentos que para producir todo eso se necesitan; de otra parte, la
producción del hombre mismo, la continuación de la especie. El orden social en
que viven los hombres en una época o en un país dados, está condicionado por
esas dos especies de producción: por el grado de desarrollo del trabajo, de una
parte, y de la familia, de la otra. Cuanto menos desarrollado está el trabajo,
más restringida es la cantidad de sus productos y, por consiguiente, la riqueza
de la sociedad, con tanta mayor fuerza se manifiesta la influencia dominante de
los lazos de parentesco sobre el régimen social. Sin embargo, en el marco de
este desmembramiento de la sociedad basada en los lazos de parentesco, la
productividad del trabajo aumenta sin cesar, y con ella se desarrollan la
propiedad privada y el cambio, la diferencia de fortuna, la posibilidad de emplear
fuerza de trabajo ajena y, con ello, la base de los antagonismos de clase: los
nuevos elementos sociales, que en el transcurso de generaciones tratan de
adaptar el viejo régimen social a las nuevas condiciones hasta que, por fin, la
incompatibilidad entre uno y otras nos lleva a una revolución completa.
Estadios Prehistóricos de Cultura
Morgan
fue el primero que con conocimiento de causa trató de introducir un orden
preciso en la prehistoria de la humanidad, y su clasificación permanecerá sin
duda en vigor hasta que una riqueza de datos mucho más considerable no obligue
a modificarla.
De las
tres épocas principales -salvajismo, barbarie, civilización-sólo se ocupa,
naturalmente, de las dos primeras y del paso a la tercera. Subdivide cada una
de estas dos etapas en los estadios inferior, medio y superior, según los
progresos obtenidos en la producción de los medios de existencia, porque, dice:
"La habilidad en esa producción desempeña un papel decisivo en el grado de
superioridad y de dominio del hombre sobre la naturaleza: el hombre es, entre
todos los seres, el único que ha logrado un dominio casi absoluto de la
producción de alimentos. Todas las grandes épocas del progreso de la humanidad
coinciden, de manera más o menos directa, con las épocas en que se extienden
las fuentes de existencia". El desarrollo de la familia se opera paralelamente,
pero sin ofrecer indicios tan acusados para la delimitación de los periodos.
I. SALVAJISMO
1.
Estadio inferior. Infancia del género humano. Los hombres permanecían aún en
los bosques tropicales o subtropicales y vivían, por lo menos parcialmente, en
los árboles; esta es la única explicación de que pudieran continuar existiendo
entre grandes fieras salvajes. Los frutos, las nueces y las raíces servían de
alimento; el principal progreso de esta época es la formación del lenguaje
articulado. Ninguno de los pueblos conocidos en el período histórico se
encontraba ya en tal estado primitivo. Y aunque este periodo duró,
probablemente, muchos milenios, no podemos demostrar su existencia basándonos
en testimonios directos; pero si admitimos que el hombre procede del reino
animal, debemos aceptar, necesariamente, ese estado transitorio.
2.
Estadio medio. Comienza con el empleo del pescado (incluimos aquí también los
crustáceos, los moluscos y otros animales acuáticos) como alimento con el uso
del fuego. Ambos fenómenos van juntos, porque el pescado sólo puede ser
empleado plenamente como alimento gracias al fuego. Pero con este nuevo
alimento los hombres se hicieron independientes del clima y de los lugares;
siguiendo el curso de los ríos y las costas de los mares pudieron, aun en
estado salvaje, extenderse sobre la mayor parte de la Tierra. Los toscos
instrumentos de piedra sin pulimentar de la primitiva Edad de Piedra, conocidos
con el nombre de paleolíticos, pertenecen todos o la mayoría de ellos a este
período y se encuentran desparramados por todos los continentes, siendo una
prueba de esas emigraciones. La población de nuevos lugares y el incansable y
activo afán de nuevos descubrimientos, vinculado a la posesión del fuego, que
se obtenía por frotamiento, condujeron al empleo de nuevos elementos, como las
raíces y los tubérculos farináceos, cocidos en ceniza caliente o en hornos
excavados en el suelo, y también la caza, que, con la invención de las primeras
armas -la maza y la lanza-, llegó a ser un alimento suplementario ocasional.
Jamás hubo pueblos exclusivamente cazadores, como se dice en los libros, es
decir, que vivieran sólo de la caza, porque sus frutos son harto problemáticos.
Por efecto de la constante incertidumbre respecto a las fuentes de
alimentación, parece ser que la antropofagia nace en ese estadio para subsistir
durante largo tiempo. Los australianos y muchos polinesios se hallan hoy aún en
ese estadio medio del salvajismo.
3. Estadio
superior. Comienza con la invención del arco y la flecha, gracias a los cuales
llega la caza a ser un alimento regular, y el cazar, una de las ocupaciones
normales. El arco, la cuerda y la flecha forman ya un instrumento muy complejo,
cuya invención supone larga experiencia acumulada y facultades mentales
desarrolladas, así como el conocimiento simultáneo de otros muchos inventos. Si
comparamos los pueblos que conocen el arco y la flecha, pero no el arte de la
alfarería (con el que empieza, según Morgan, el tránsito a la barbarie),
encontramos ya algunos indicios de residencia fija en aldeas, cierta maestría
en la producción de medios de subsistencia: vasijas y trebejos de madera, el
tejido a mano (sin telar) con fibras de albura, cestos trenzados con albura o
con juncos, instrumentos de piedra pulimentada (neolíticos). En la mayoría de
los casos, el fuego y el hacha de piedra han producido ya la piragua formada de
un solo tronco de árbol y en ciertos lugares las vigas y las tablas necesarias
para construir viviendas. Todos estos progresos los encontramos, por ejemplo,
entre los indios del noroeste de América, que conocen el arco y la flecha, pero
no la alfarería. El arco y la flecha
fueron para el estadio salvaje lo que la espada de hierro para la barbarie y el
arma de fuego para la civilización: el arma decisiva.
II. LA
BARBARIE
1.
Estadio inferior. Empieza con la introducción de la alfarería. Puede
demostrarse que en muchos casos y probablemente en todas partes, nació de la
costumbre de recubrir con arcilla las vasijas de cestería o de madera para
hacerlas refractarias al fuego; y prono se descubrió que la arcilla moldeada
servía para el caso sin necesidad de la vasija interior. Hasta aquí hemos podido considerar el curso del
desarrollo como un fenómeno absolutamente general, válido en un período
determinado para todos los pueblos, sin distinción de lugar. Pero con el
advenimiento de la barbarie llegamos a un estadio en que empieza a hacerse
sentir la diferencia de condiciones naturales entre los dos grandes
continentes. El rasgo característico del período de la barbarie es la
domesticación y cría de animales y el cultivo de las plantas. Pues bien; el
continente oriental, el llamado mundo antiguo, poseía casi todos los animales domesticables
y todos los cereales propios para el cultivo, menos uno; el continente
occidental, América, no tenía más mamíferos domesticables que la llama -y aún
así, nada más que en la parte del Sur-, y uno sólo de los cereales cultivables,
pero el mejor, el maíz. En virtud de estas condiciones naturales diferentes,
desde este momento la población de cada hemisferio se desarrolla de una manera
particular, y los mojones que señalen los límites de los estadios particulares
son diferentes para cada uno de los hemisferios.
2.
Estadio medio. En el Este, comienza con la domesticación de animales y en el
Oeste, con el cultivo de las hortalizas por medio del riego y con el empleo de
adobes (ladrillos secados al sol) y de la piedra para la construcción. Comenzamos
por el Oeste, porque aquí este estadio no fue superado en ninguna parte hasta
la conquista de América por los europeos. Entre los indios del estadio inferior
de la barbarie (figuran aquí todos los que viven al este del Misisipí) existía
ya en la época de su descubrimiento cierto cultivo hortense del maíz y quizá de
la calabaza, del melón y otras plantas de huerta que les suministraban una
parte muy esencial de su alimentación; vivían en casas de madera, en aldeas
protegidas por empalizadas. Las tribus del Noroeste, principalmente las del
valle del Columbia, hallábanse aún en el estadio superior del estado salvaje y
no conocían la alfarería ni el más simple cultivo de las plantas. Por el
contrario, los indios de los llamados pueblos de Nuevo México, los mexicanos,
los centroamericanos y los peruanos de la época de la conquista, hallábanse en
el estadio medio de la barbarie; vivían en casas de adobes y de piedra en forma
de fortalezas; cultivaban en huertos de riego artificial el maíz y otras
plantas comestibles, diferentes según el lugar y el clima, que eran su
principal fuente de alimentación, y hasta habían reducido a la domesticidad
algunos animales: losmexicanos, el pavo y otras aves; los peruanos, la llama.
Además, sabían labrar los metales, excepto el hierro; por eso no podían aún prescindir
de sus armas a instrumentos de piedra. La conquista española cortó en redondo
todo ulterior desenvolvimiento independiente. En el Este, el estado medio de la
barbarie comenzó con la domesticación de animales para el suministro de leche y
carne, mientras que, al parecer, el cultivo de las plantas permaneció desconocido
allí hasta muy avanzado este período. La domesticación de animales, la cría de ganado
y la formación de grandes rebaños parecen ser la causa de que los arios y los
semitas se apartasen del resto de la masa de los bárbaros. Los nombres con que
los arios de Europa y Asia designan a los animales son aún comunes, pero los de
las plantas cultivadas son casi siempre distintos. La formación de rebaños
llevó, en los lugares adecuados, a la vida pastoril; los semitas, en las praderas
del Eufrates y del Tigris; los arios, en las de la India, del Oxus y el
Jaxartes [1]; del Don y el Dniépér. Fue por lo visto en estas tierras ricas en
pastizales donde primero se consiguió domesticar animales. Por ello a las
generaciones posteriores les parece que los pueblos pastores proceden de
comarcas que, en realidad, lejos de ser la cuna del género humano, eran casi inhabitables
para sus salvajes abuelos y hasta para los hombres del estadio inferior de la
barbarie. Y, a la inversa, en cuanto esos bárbaros del estadio medio se
habituaron a la vida pastoril, nunca se les hubiera podido ocurrir la idea de
abandonar voluntariamente las praderas situadas en los valles de los ríos para
volver a los territorios selváticos donde habitaran sus antepasados. Y ni aun
cuando fueron empujados hacia el Norte y el Oeste les fue posible a los semitas
y a los arios retirarse a las regiones forestales del Oeste de Asia y de Europa
antes de que el cultivo de los cereales les permitiera en este suelo menos
favorable alimentar sus ganados, sobre todo en invierno. Es más que probable
que el cultivo de los cereales naciese aquí, en primer término, de la necesidad
de proporcionar forrajes a las bestias, y que hasta más tarde no cobrase importancia
para la alimentación del hombre. Quizá la evolución superior de los arios y los
semitas se deba a la abundancia de carne y de leche en su alimentación y,
particularmente, a la benéfica influencia de estos alimentos en el desarrollo de
los niños. En efecto, los indios de los pueblos de Nuevo México, que se ven
reducidos a una alimentación casi exclusivamente vegetal, tienen el cerebro
mucho más pequeño que los indios del estadio inferior de la barbarie, que comen
más carne y pescado. En todo caso, en este estadio desaparece poco a poco la
antropofagia, que ya no sobrevive sino como rito religioso o como un sortilegio,
lo cual viene a ser casi lo mismo.
3.
Estadio superior. Comienza con la fundición del mineral de hierro, y pasa al
estadio de lacivilización con el invento de la escritura alfabética y su empleo
para la notación literaria. Este estadio, que, como hemos dicho, no ha existido
de una manera independiente sino en el hemisferio oriental, supera a todos los
anteriores juntos en cuanto a los progresos de la producción. A este estadio
pertenecen los griegos de la época heroica, las tribus italas poco antes de la
fundación de Roma, los germanos de Tácito, los normandos del tiempo de los
vikingos. Ante todo, encontramos aquí por primera vez el arado de hierro tirado
por animales domésticos, lo que hace posible la roturación de la tierra en gran
escala -la agricultura- y produce, en las condiciones de entonces, un aumento
prácticamente casi ilimitado de los medios de existencia; en relación con esto,
observamos también la tala de los bosques y su transformación en tierras de labor
y en praderas, cosa imposible en gran escala sin el hacha y la pala de hierro.
Todo ello motivó un rápido aumento de la población, que se instala densamente
en pequeñas áreas. Antes del cultivo de los campos sólo circunstancias
excepcionales hubieran podido reunir medio millón de hombres bajo una dirección
central; es de creer que esto no aconteció nunca. En los poemas homéricos,
principalmente en la "Iliada", aparece ante nosotros la época más floreciente
del estadio superior de la barbarie. La principal herencia que los griegos
llevaron de la barbarie a la civilización la constituyen instrumentos de hierro
perfeccionados, los fuelles de fragua, el molino de brazo, la rueda de
alfarero, la preparación del aceite y del vino, el labrado de los metales
elevado a la categoría de arte, la carreta y el carro de guerra, la
construcción de barcos con tablones y vigas, los comienzos de la arquitectura
como arte, las ciudades amuralladas con torres y almenas, las epopeyas
homéricas y toda la mitología. Si comparamos con esto las descripciones hechas
por César, y hasta por Tácito, de los germanos, que se hallaban en el umbral
del estadio de cultura del que los griegos de Homero se disponían a pasar a un grado
más alto, veremos cuán espléndido fue el desarrollo de la producción en el
estadio superior de la barbarie. El cuadro del desarrollo de la humanidad a
través del salvajismo y de la barbarie hasta los comienzos de la civilización,
cuadro que acabo de bosquejar siguiendo a Morgan, es bastante rico ya en rasgos
nuevos y, sobre todo, indiscutibles, por cuanto están tomados directamente de la
producción. Y, sin embargo, parecerá empañado e incompleto si se compara con el
que se ha de desplegar ante nosotros al final de nuestro viaje; sólo entonces
será posible presentar con toda claridad el tránsito de la barbarie a la
civilización y el pasmoso contraste entre ambas. Por el momento, podemos
generalizar la clasificación de Morgan como sigue: Salvajismo. -Período en que
predomina la apropiación de productos que la naturaleza da ya hechos; las
producciones artificiales del hombre están destinadas, sobre todo, a facilitar
esa apropiación. Barbarie. -Período en que aparecen la ganadería y la agricultura
y se aprende a incrementar la producción de la naturaleza por medio del género
humano. Civilización. -Período en el que el hombre sigue aprendiendo a elaborar
los productos naturales, período de la industria, propiamente dicha, y del arte.
Freud y el problema del poder. Leon
Rozitchner
Fetichismo
de la mercancía y sujeto fetichista (pag. 89)
Dijimos
antes que en el desarrollo de las formas históricas el individuo era uno de los
extremos explicativos e irrenunciables del proceso. Pero lo mismo veremos que
sucede con la mercancía. Queremos mostrar, porque está presente en Marx mismo,
que esa lectura requiere la presencia de lo subjetivo formando parte de su
comprensión, y el análisis de la mercancía en el fetichismo así lo demuestra.
¿Cómo
comienza Marx El Capital? La clave
esta, creo yo, allí. Comienza con una palabra, a la que nos referimos antes: la
palabra “riqueza”. Y dice: “La riqueza de las sociedades en las que domina el
modo de producción capitalista se presenta como un ‘enorme cumulo de mercancias’,
y la mercancía individual como la forma elemental de esa riqueza”. Marx va a
comenzar el análisis del capital por el de la forma mercancía, pues es esa la
forma social que adquiere la riqueza en un determinado sistema de producción.
Puesto que si partiera concibiendo a la riqueza bajo su forma habitual de
aparecer, la mercancía, no podría comprenderla, porque estaría formando
“sistema” con el sistema. Marx parte en cambio de una concepción diferente de
la riqueza, que es aquella que señalamos hace un momento, que no esta
explícitamente incluida en El Capital,
pero que necesariamente la supone. Parte de una definición positiva de la
riqueza, aquella que encuentra su fundamento en las cualidades subjetivas y corporales de los individuos: ”que
es la riqueza sino la universalidad de necesidades, capacidades, goces, fuerzas
productivas, etcétera, de los individuos, creada en el intercambio universal”
(Grundrisse, pp.447-448). Esa es su captación del fenómeno humano: riqueza es
aquello que conforma a los sujetos en tanto cualidades que los individualiza en
el intercambio universal, y este incremento de las capacidades que
personalizan, amplían y desarrollan los poderes del cuerpo se produce en ese
intercambio, donde las capacidades de los otros son asimiladas y apropiadas por
mí. Apropiadas quiere decir convertidas en cualidades que se integran en mi
propia individualidad.
Pero
cuando Marx comienza el análisis del capital
tiene que partir de la descripción del fenómeno, de la experiencia disolvente de lo subjetivo que caracteriza a este
sistema, y tiene que partir por lo tanto de la forma de mercancía. Va a
encontrar que el desarrollo que lleva al fetichismo de la mercancía es también
un proceso de encubrimiento y deformación del poder y de la capacidad de significar
que los hombres mismos han ido creando en el desarrollo histórico y que, a su
término, implica una transformación, una metamorfosis, una formación de la
subjetividad -¿diremos del aparato psíquico?-, del campo de simbolización, de
la fantasía del pensar y del ejercicio y organización de nuestro propio cuerpo.
¿Negadora de lo subjetivo o productora de una nueva forma de subjetividad, la
única posible allí? ¿Cómo comienza Marx este primer análisis? Parte de la forma simple o singular -¿intuitiva?- del valor, y nos dice que en esta forma
simple esta ya contenido, aunque escondido, el secreto del desarrollo
posterior. Secreto pues, en el
comienzo mismo del análisis; pero, por decirlo así, secreto que aquellos que
intercambiaron ocasionalmente sus mercancías regulados por esta forma simple
–el trueque- no podrían nunca saber, porque ese secreto solo se revela al término
del proceso histórico. “Esta forma se da solo en los tempranos comienzos,
cuando los productos del trabajo se convierten en mercancías a través de un
intercambio fortuito y ocasional”. ¿Cuándo? Cuando Marx, en el sistema
capitalista, lo develara. Un secreto que estaba en el comienzo del intercambio,
y que desarrolla su contradicción al alcanzar la forma dinero, tampoco se hara
visible a su termino dentro del proceso de intercambio capitalista mismo: allí
aparece otra vez su secreto, pero esta vez encubierto, ahora bajo la forma de
fetiche. Por eso el ultimo titulo del capital se llama: “El carácter fetichista
de la mercancía y su secreto”. Secreto, pues, al comienzo, porque no podían
saberlo; secreto, también, a su termino, cuando si podíamos saberlo, pero
ahora encubierto, disfrazado
socialmente, bajo la forma fetiche. Hay, pues, una distancia histórica ignorada
en el modo de aparecer las formas que regulan el intercambio actual y esa
ignorancia invisible socialmente determinara la repercusión subjetiva de ese
proceso en los hombres que lo viven y se encuentran sometidos a el. Pero ese
secreto de “la mercancía” en realidad es tal porque oculta en las relaciones
objetivas las relaciones de los individuos, subjetivas, que asi aparecen
determinadas. Esa distancia tiene que ser imprescindiblemente percibida y
comprendida en algún nivel de la realidad para que los limites de esa
contradicción sean alcanzados; no decimos para que sean alcanzados de una
manera más rápida, sino simplemente para que lo sean alguna vez.
Veamos
sucintamente ese proceso de desvelamiento lógico en los objetos, pero que
supone de manera necesaria un análisis del modo de objetivarse la subjetividad
de los individuos, por lo tanto de constituirse los sujetos. Por eso este
capítulo, que comienza con lo más objetivos, los objetos-mercancías, termina
con lo más subjetivo, los sujetos-fetichistas.
Una
mercancía que se intercambia lo hace con otra mercancía, necesariamente
diferente. Son objetos cualitativamente distintos. Marx va a analizar la
relación entre los objetos, en este caso la mercancía, sobre el fondo de una
relación entre sujetos, que la supone. Y en esa distancia puede medir la
distorsión objetivada de las relaciones sociales. Asi, en su nota dice:
En
cierto modo, con el hombre sucede lo mismo que con la mercancía. Como no viene
al mundo con un espejo en la mano [véase el “estadio del espejo” en Lacan] ni
tampoco afirmando, como filosofo fitchtiano, “yo soy yo”, el hombre se ve
reflejado primero solo en otro hombre. Tan solo a través de la relación con el
hombre Pablo como igual suyo, el hombre Pedro se relaciona consigo mismo como
hombre. Pero con ello también el hombre Pablo, de pies a cabeza, en su
corporeidad paulina, cuenta para Pedro como la forma en que se manifiesta el genus (genero) hombre. [Karl Marx, El
Capital, tomo I, vol. I, p.65]..
Primer
nivel: semejanza del hombre con el hombre como fundamento de mi propia
identidad. Y sobre esa identidad se apoya la posibilidad de establecer la
semejanza –segunda- entre los objetos mercancías. Pero véase que Marx toma la
semejanza entre los hombres como un proceso entre adultos. Por lo tanto falta
otro nivel de análisis que presupone los dos anteriores: como esa semejanza
entre los hombres se produce –y aquí aparece Freud- a partir de una diferencia
entre padre e hijo. El espejo, nos dice Marx, es el otro. En el otro como
espejo de mi mismo están los otros como genero.
Resumen:
Formas
históricas en el individuo. Formas históricas de la riqueza. Para el análisis
de la mercancía parte una definición general de la riqueza, válida para
cualquier modo de producción, y luego comienza a describir la mercancía que es
la forma social con que aparece la riqueza bajo un determinado modo de
producción. No hay que confundir mercancía con riqueza en general. Bajo el modo
de producción capitalista, la riqueza se presenta como un cumulo de mercancías,
etcétera, con la particularidad que la mercancía es una forma social de la
riqueza que sale de la experiencia disolvente de lo subjetivo que caracteriza a
este sistema.
De los
objetos-mercancías a los sujetos-fetichistas.
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