Transcripción para fundamentar el
Proyecto: “MEJOREMOS LA SALUD HUMANIZANDO EL TRABAJO”, presentado en DAMSU-SJ, el
22 de Agosto de 2013, por el colectivo
CelesteSolidaria y destinado a Afiliados de DAMSU, afiliados de ADICUS y
por extensión a la comunidad universitaria en general, para combatir la
violencia laboral y recuperar los lazos solidarios entre los trabajadores. Hace
poco nos enteramos de dos suicidios por violencia laboral en Tucumán. Un
profesor de piano en la Facultad de Bellas Artes (Pablo Jonás Lobo) y la bióloga de la UNT Claudia Pérez
Miranda, noticias reproducidas en el blog www.verdesolidaria.blogspot.com.ar.
Los dos casos actualizan la problemática del sufrimiento en el trabajo causado
por la aplicación de métodos neoliberales en la organización del trabajo,
cuestión ampliamente analizada por la Psicodinámica del Trabajo de la que es
autor el profesor Christophe Dejours. El jueves 4-9-2014 una
noticia comenzó a circular por toda la planta de SIDERAR como un rayo helado:
encontraron un chico que se quitó la vida, un trabajador, uno más de nosotros.
Ezequiel, de tan solo 20 años, en febrero había encontrado un trabajo en la
empresa contratista MARESA. Sería irresponsable hacerse eco de las versiones de
cuál o cuáles fueron los motivos, de qué pasa por la cabeza de un joven que se
abre la vida a adulto y que no pudo terminar de reconocer que la vida es
hermosa, teniendo en cuenta que la mente humana es la maquinaria más compleja
que pueda existir. Debe haber múltiples factores para llegar a un límite de
decidir quitarse la vida. Pero es indudable que debe pesar sobre un joven
trabajador la vida de mierda de los contratados, donde comienza a pesar el
temor a la pérdida de empleo y la inestabilidad laboral, los salarios de
miseria y las presiones dentro del trabajo. Esto seguramente pesa en la
balanza. Las expectativas, los planes, la idea de independizarse y comenzar una
vida propia, son inherentes a las primeras aspiraciones que todo joven tiene,
basado sobre proyectos, el primer trabajo, su pareja, la vida social con los
amigos. Para la juventud bajo este sistema de
explotación, las aspiraciones parecen “mojones” que se van corriendo y se
alejan, pero siempre aumenta el esfuerzo, hay que “remarla en dulce de leche”
en interminables jornadas de trabajo, suponiendo que algún día se podrá zafar.
Los salarios de miseria, el ser un paria contratado, el trabajo precario, la
amenaza de la pérdida del empleo, la crisis con despidos y suspensiones; es una
situación solo comparable a los ‘90 y la privatización. Y afuera de la fábrica, la ciudad
“productora” es opaca, con operativos contra la juventud para que no salgan del
barrio, sin ofertas culturales; todos a dormir a las nueve de la noche para
seguir produciendo al otro día muy temprano. Ezequiel “Punchi” debe ser una
alarma, un llamado, un grito de la juventud trabajadora que encuentre las
formas de poder liberarse de las cadenas de opresión que les impone producir
cada vez más, para el disfrute de unos pocos. Frente a mucho dolor, ante
semejante pérdida, uno se siente en la piel de sus amigos, de sus padres y
compañeros de trabajo y trata de dejar un pensamiento más que vigente: “La vida
es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y
violencia y la disfruten plenamente”, León Trotsky. En el Colegio Central Universitario, asistimos hace poco, algunos
miembros de la CD-ADICUS, a una reunión con preceptores/as donde una
trabajadora relataba el acoso laboral y psicológico que recibían por parte de
la autoridad, llegando incluso a expresar con lagrimas ese sufrimiento. Las
autoridades de DAMSU-SJ, creen, hasta la fecha, que el tema no merece la
atención de la Obra Social y no se han dignado presentarlo (al proyecto) en
sesiones y, mucho menos, debatirlo. Me
propongo llamar la atención de mis colegas en ADICUS y DAMSU sobre esta
problemática, mediante entregas periódicas de este libro con el propósito de
agregar a las preocupaciones prestacionales, salariales, y de estabilidad laboral,
esta otra que por causar estragos en la subjetividad de las personas, debe ser
atendida. Un probable convenio DAMSU-ADICUS para enfrentar juntos las
patologías y psicopatologías de origen laboral, puede constituir una motivación
para trabajar por ganar la mayoría en DAMSU en las próximas elecciones del 2 de
diciembre de 2014 y vencer la resistencia que encarnan los actuales dirigentes,
a pesar que la
degradación de la relación entre salud mental y trabajo continua con sus
siniestro rumbo. El
libro que me propongo transcribir, tiene por objetivo “hacer un balance acerca
de los conocimientos clínicos y teóricos a
nuestra disposición para pensar los
principios de una política del trabajo distinta.”
Responsable
de la transcripción: Carlos Aliaga, consejero docente DAMSU-SJ y vocal de la
CD-ADICUS-SJ.
TRABAJO VIVO
Tomo
II
Trabajo
y Emancipación
Christophe
Dejours
EDITORIAL
TOPIA / Colección Psicoanalisis, Sociedad y Cultura.
INTRODUCCIÓN
La clínica del trabajo nació en
Francia al término de la Segunda Guerra Mundial, por impulso de psiquiatras
como Tosquelles y Le Guillant. Estos terapeutas, preocupados esencialmente por
analizar los efectos deletéreos del trabajo sobre la salud mental, fundaron un
método clínico que se inscribía en el marco más amplio de la investigación en
psicopatología, pero con la intención de sacar a luz la especificidad de los procesos
involucrados en las afecciones mentales relacionadas con el trabajo, para
distinguirlos de los que se solían discutir en el campo de la psicopatología
general. Unos cuarenta años más tarde, en 1993, un marco teórico distinto se abría
paso bajo el nombre de “Psicodinámica del trabajo”. Con esta nueva denominación
se trataba de dar cuenta de la ampliación del campo de investigación producida
desde comienzos de los años 1980, con un marcado interés por el análisis de los
procesos implicados en la lucha de los hombres y las mujeres por mantener su
equilibrio mental – la “normalidad” – a pesar de las presiones patógenas
ejercidas por la organización del trabajo.
No obstante, durante los años
1990 los terapeutas registraron indudables signos de un agravamiento de las
patologías mentales relacionadas con el trabajo, hasta llegar a los primeros
intentos de suicidio y los primeros suicidios perpetrados en los lugares de
trabajo.
Tras un encuentro
interdisciplinario cuyos trabajos se reunieron bajo el titulo de Plaisir et souffrance dans le travail (Placer
y sufrimiento en el trabajo), se prosiguió la investigación respecto de las
condiciones que permiten a veces que el trabajo de acceso al placer y actúe
como mediador en la construcción de la salud. Durante los últimos veinte años,
aun cuando la degradación de la relación entre salud mental y trabajo continua
con sus siniestro rumbo, se han acumulado argumentos suficientes para afirmar
que esa evolución no tiene nada de ineluctable.
Este libro tiene por objetivo hacer un balance acerca de los conocimientos
clínicos y teóricos a nuestra disposición para pensar los principios de una
política del trabajo distinta.
Una política que no tenga solo la
intención de prevenir las enfermedades mentales laborales, sino que aspire a
volver a tomar el control de la organización laboral para obtener de la
relación con el trabajo los recursos que este contiene en potencia tanto para
la construcción de la salud y la autorrealización como para el aprendizaje de
la convivencia y la recomposición de los vínculos de solidaridad.
Para pensar en forma racional una
política laboral hace falta primero una teoría del “trabajo vivo”. El primer tomo de este libro examina lo que la
investigación que surge de la confrontación entre las ciencias del trabajo – en
particular la ergonomía - , por un lado, y el Psicoanalisis por el otro, ha
aportado al conocimiento de la condición humana corriente y del lugar que en
ella ocupan respectivamente la sexualidad y el trabajo.
Pero el trabajo vivo no concierne
solo al orden individual. Trabajar también implica lazos de cooperación. La
cooperación es resultado de una construcción. Procede de la formación de una
voluntad colectiva. Voluntad que, quiérase o no, está en lucha con la
dominación. Porque el trabajo siempre fue y será una apuesta mayor de las
relaciones de dominación.
Ahora bien, el trabajo, en tanto
es producción de valor, también es una palanca extremadamente poderosa en la
que se puede tomar apoyo para negociar acuerdos, algunos de los cuales se
muestran favorables no solamente para conquistar la salud, sino también para
buscar la emancipación. De hecho es gracias a la relación con el trabajo que
las mujeres, a pesar de estar sometidas a una doble dominación, -la dominación
social y la dominación de género -, avanzan en su emancipación.
Así,
el trabajo representa una arena especial en la que se experimenta la lucha por
la emancipación, y por eso también se puede sostener la tesis de la centralidad
política del trabajo. Examinar la dimensión política del trabajo vivo será
objeto de este segundo tomo.
Las dimensiones colectivas del
trabajo, analizadas a la luz de la clínica
y de la Psicodinámica del trabajo, permiten rescatar una argumentación crítica
respecto de las teorías de la sociedad que, por reglas general, no le reconocen
un lugar decisivo a la organización laboral en la formación o la
desestructuración de las relaciones entre los seres humanos.
Como la antropología del trabajo
individual expuesta en el tomo I tiene un sólido sustento en el Psicoanalisis,
no podemos dejar de comenzar por la crítica de la teoría social freudiana.
Ahora bien, Freud escribió mucho con respecto al trabajo, aun cuando en parte
fuera sin saberlo. En un texto como Rememoración,
repetición y elaboración (1914), que cuenta con solo nueve páginas, utiliza
catorce veces el termino trabajo: Arbeit
(Erinnerungsarbeit, Therapeutischearbeit [GW, X, p.131], Durcharbeiten,
Erarbeiten [p.134], gasto de trabajo [p.126], distribución del trabajo [p.127],
trabajo de interpretación [p.126], perlaboración de las resistencias [p.135]).
Al hacerlo, Freud despejo una
dimensión laboral fundamental, menospreciada por las ciencias del trabajo: la
que consiste en el trabajo sobre uno mismo, el trabajo de la subjetividad sobre
si misma o la exigencia de trabajo impuesta al psiquismo (o al yo) por las
mociones que llegan desde el inconsciente. Trabajo psíquico cuyo modelo es la
elaboración –Erarbeiten- y del que el
trabajo del duelo, el trabajo de la melancolía, el trabajo del sueño, el
trabajo de rememoración, el trabajo terapéutico, constituyen variantes, cada
una con su propio destino y sus especificidades. Todas estas formas del trabajo
psíquico (psychische Arbeit) tienen
sin embargo en común el hecho de conducir a modificaciones, a “progresos” o a
un “desarrollo” psíquico, de “tratar” la excitación o la angustia que proviene
de conflictos intrapsíquicos, de producir nuevas ligazones psíquicas.
Son
tantas las páginas que Freud consagró a analizar el trabajo (por ejemplo el trabajo
del sueño, en el muy largo capítulo VI de La
interpretación de los sueños; o también en la decima de las Nuevas conferencias de introducción al Psicoanalisis),
que pareciera una gran imprudencia afirmar que lo haya hecho sin saberlo.
Si me permito no obstante esta expresión es porque al escribir esos textos
Freud no se dio cuenta de que el trabajo psíquico –la elaboración- era a menudo
un retoño del trabajo ordinario generado a través de la tensión o incluso el
sufrimiento engendrado en el yo por la prueba subjetiva que el trabajo,
entendido esta vez como trabajo de producción (poiesis), implica.
Freud
habla poco de ese trabajo ordinario, dirigido hacia el mundo, de esa ocasión de
luchar contra la resistencia de lo real ante la maestría técnica. Ese trabajo
no le interesa, y cuando a pesar de todo lo evoca, tiende a concebirlo sobre
todo como un castigo, como una actividad penosa o cansadora, como una
imposición que exige un gasto o incluso un dolor físico, que solo puede
suscitar aversión o pereza. “La gran mayoría de los hombres no trabaja sino impulsado
por la necesidad, y de esta natural aversión al trabajo que tienen los hombres
resultan los problemas sociales más arduos.” Freud considera al trabajo ordinario de
producción en el sentido en el sentido del “labour”,
muy distinto al “work”, que por su lado connota incluso la noción de obra.
Se inclina, como tantos otros, a concebir el trabajo como una desgracia
socialmente generada. Para Freud no hay estrictamente nada en común entre el
trabajo “labor” (trabajo de fuerza) y
el trabajo “opus” (la obra). Por el
contrario: todo lo opone. A tal punto que la obra prácticamente nunca es
pensada como un trabajo. Ella es del orden de la creación y atañe a la
sublimación (Sublimierung). Freud no creyó
que el trabajo del artesano o del obrero calificado pudiera tener una dimensión
creativa o inventiva, ni que pudiera mantener una relación cualquiera con la
sublimación. Y sería bueno tomar en cuenta la distinción que hace Freud para no
amalgamar –abusivamente- cualquier actividad de trabajo a una sublimación. Ni
mucho menos. En efecto –y eso le daría la razón a Freud-, una cantidad
impresionante de empleos se caracteriza al contrario por la confrontación con
imposiciones organizacionales que hacen prácticamente imposible el uso de la
inteligencia y cierran todo espacio a la creatividad, a la invención y a la
ingeniosidad. A tal punto que esas tareas merecen sin duda alguna la
calificación de tareas “antisublimatorias”. Con consecuencias dramáticas para
el devenir subjetivo y la salud mental.
Aun así, el punto de vista de Freud era sin duda demasiado maniqueo como para
que pudiera ver que el trabajo ordinario, en la medida en que exige la puesta
en práctica de “habilidades”, trucos
o artimañas, supone a un mismo tiempo el uso de una inteligencia inventiva y
una implicación a fondo de toda la subjetividad, que llega hasta el “hacer
cuerpo con” la materia, la herramienta o el objeto técnico. Ese maniqueismo
de Freud, me parece, no responde tanto a la ignorancia como a la indiferencia.
La esfera del trabajo ordinario no le interesaba. Su atención, su curiosidad
estaban enteramente captadas por la creación artística y literaria. Solo le
interesaban los grandes hombres –Grosse
Männer (GW, 4, XIV, p.421): “Se obtiene el máximo [en lucha contra el
sufrimiento] si uno se aviene a elevar lo suficiente la ganancia de placer
proveniente de las fuentes del trabajo psíquico e intelectual. El destino tiene
en tal caso poca influencia sobre nosotros. Las satisfacciones de este tipo,
tales como la alegría de crear del artista, de dar cuerpo a las formaciones de
su fantasía, la del investigador al resolver problemas y conocer la verdad y
conocer la verdad, tienen una calidad particular, que sin duda algún día
podremos caracterizar metapsicológicamente. Por ahora solo podemos decir en
forma figurada que nos parecen “más delicadas y elevadas”, pero ellas no
afectan nuestra corporeidad; su intensidad resulta amortiguada si la comparamos
a la que proviene de la satisfacción de mociones
pulsionales groseras y primarias. No
obstante, la debilidad de este método reside en que no es de uso generalizado,
que es accesible solo a pocos hombres. Supone predisposiciones y dones
particulares que no son precisamente frecuentes en proporción eficaz.”
Por
consiguiente, si he evocado lo no sabido en relación a la manera en la que
Freud habla del trabajo, es debido a ese maniqueísmo que le ha ocultado los
lazos que de todas maneras unen al trabajo ordinario de producción –poiesis- con el trabajo extraordinario
de creación. Si bien se puede establecer una distinción analítica y conceptual
entre los dos órdenes de trabajo, no se justifica oponer sistemáticamente a los
grandes hombres (Männer) con los
hombres comunes (Menschen) por
exclusiva referencia al “trabajar”.
En
nuestra indagación acerca del trabajo hemos podido darnos cuenta de que el
trabajo, ordinario o extraordinario, se orienta siempre hacia una poiesis, es decir hacia una producción.
Todo trabajo exige luego el dominio de una técnica con un cierto grado de
virtuosismo (tekhné). Cualquier
trabajo enfrenta a fin de cuentas al trabajador con lo real, es decir con lo que se le da a conocer por su resistencia a
la maestría técnica. Real del mundo material que hace aparecer la experiencia
del fracaso real que se transforma luego en enigma a descifrar y superar.
Nuestra
investigación sobre el trabajo sugiere que aquello que lo caracteriza como
trabajo vivo es esencialmente el aguante frente al fracaso, la capacidad de dar
prueba de obstinación en la confrontación con lo real, de la que se puede
demostrar que tiene una dimensión propiamente física. Porque el celo
profesional no es solo movilización de la inteligencia, sino también
insistencia en mantener el enfrentamiento hasta llegar a la dimensión física de
un combate cuerpo a cuerpo con eso real que resiste. Entre la experiencia de lo
real y el hallazgo de la solución, se encuentra esa etapa intermedia de
sufrimiento, de tolerancia al sufrimiento, de aguante del sufrimiento, de
cuerpo a cuerpo con la resistencia, sin loss ninguna intuición de la solución
podrá surgir, sin los cuales ningún progreso será posible. Lo hemos señalado y
comentado ampliamente: la inteligencia en el trabajo es en primer lugar una
inteligencia del cuerpo (véase tomo I, capitulo primero). Ese aguante quizá
tenga relación con los conceptos aristotélicos de energía, de energeia, de orexis y de boulesis.
La energeia es el ejercicio, es
“la actividad por la cual una potencia se ejerce y tiende a su fin” :
“Para Aristóteles, el deseo (orexis) puede
ser irrazonable y absurdo; se lo llama entonces avidez (epithumia). Si el deseo escucha la voz de la razón pero la
entiende mal, se lo llama arrebato (thrumos:
VII, 7, a, 26-32). El deseo puede por fin ser un deseo razonado y
razonable. Se lo llama entonces anhelo (boulesis).
Ese deseo será luego llamado voluntad, pero el anhelo aristotélico es y sigue
siendo deseo, y es él el que, para Aristóteles, está en el principio de la
acción humana, no como un elemento suficiente, pero como un elemento
necesario”.
A muchos
les parecerá impropio recurrir aquí a la Ética
a Nicomaco, en la medida en que este texto de Aristóteles es considerado
una teoría de la acción. Acción en el sentido de acción ética (praxis), que Aristóteles opone
precisamente al trabajo (poiesis).
Volveremos sobre el tema más adelante, ya que efectivamente la consideración sistemática
del trabajo vivo a la luz de la clínica sugiere revaluar la distinción
aristotélica que atraviesa a la filosofía hasta Hannah Arendt y su obra La condición humana (1958). Y de hecho,
en esta idea de aguante y de obstinación frente a la experiencia del fracaso
hay algo que aproxima a la adquisición de las habilidades, o incluso a la
ingeniosidad entera, con la hexis, la
costumbre, el habitus. La hexis significa aptitud, forma de ser,
disposición permanente, y más precisamente en Aristóteles, “potencia” ya
determinada a la acción, entendiendo “potencia” en el sentido que asume esta
palabra en la par-oposición aristotélica de “potencia y acto”. Así, al ser la
virtud moral caracterizada como hexis,
se comprende la importancia que asume en Aristóteles la distinción entre hexis y energeia. La hexis es la
disposición que precede inmediatamente y de manera operativa a la energeia. La energeia es el ejercicio, la puesta en practica efectiva de la hexis.”
La hexis
es una dimensión irreductible del celo profesional, si por celo entendemos
no solamente la inteligencia, sino su movilización y la tenacidad en la tarea.
Con la hexis se perfila ya la
dimensión propiamente ética del trabajo vivo “para las virtudes” […] su posición
supone un ejercicio anterior, como también sucede con las otras artes. En
efecto, las cosas que deben haber sido aprendidas para poder hacerlas, las
aprendemos haciéndolas: por ejemplo, es construyendo que uno se hace
constructor y tocando la citara se hace citarista; asi también, practicando las
acciones justas nos hacemos justos, con acciones moderadas nos convertimos en
moderados y con acciones valientes nos hacemos valientes.”
Es en el
curso de este análisis de la relación con lo real y de ese tiempo intermedio
del aguante (como habitus-hexis), y
como ejercicio-energeia) que nos
hemos topado con los procesos involucrados en la apropiación de las habilidades
de oficio. Nuestra indagación acerca del trabajo vivo nos lleva así hasta el
“trabajo psíquico”, el Arbeit
freudiano: la asimilación de una habilidad nueva pasa por un proceso de
apropiación complejo, que impone una reorganización de toda la arquitectura
subjetiva. Adquirir una habilidad exige una evolución de la personalidad, por
lo que vale afirmar que el trabajo vivo
no consiste solamente en producir, sino que implica también transformarse a sí
mismo. Aquí se encuentra pues señalada la mutación del enigma de lo real en
exigencia de trabajo para el psiquismo (Arbeitsanforderung).
La poiesis, pues, apela en cierto
modo a la remodelación de la subjetividad, del mismo modo en que en el juego de
rugby un try convoca a su
“conversión”. Esa “conversión”, que constituye una de las potencialidades más
refinadas del trabajo vivo, linda con la sublimación. Hace del trabajo –poeisis- una promesa: la de un
crecimiento de la subjetividad –Arbeit- que
abre paso a la autorrealización.
Pero la
promesa de un incremento de la vida subjetiva que contiene el trabajo vivo no
puede materializarse sin que se reúnan ciertas condiciones sociales y políticas
precisas.
En el
primer tomo de este libro hemos expuesto los procesos involucrados en esa
“conversión” propia de cada individuo, cuando esta es posible. En este segundo
tomo debemos dar cuenta de las condiciones que permiten la realización del
trabajo como promesa. Esas condiciones tienen que ver con el “mundo”, en el
sentido que Hannah Arendt le da a ese término en su comentario de Platón. El
mundo en el sentido del mundo habitable y habitado por los humanos, en el que a
estos les es posible vivir juntos; el mundo donde a todos, en la pluralidad,
les es dado elaborar (o “perlaborar”) la experiencia de lo real y eventualmente
compartir su sentido.
Iremos más
allá de esa indagación. La continuación del análisis del trabajo vivo, pasando
por el estudio sistemático de los requisitos de la cooperación, nos mostrara
que la relación con el trabajo bien podría desempeñar un papel clave en la
formación y la transformación de la comunidad política, de la polis.
Abordar esta investigación supone una vez
más empezar por los textos metapsicológicos. Freud no sentía inclinación, hemos
dicho, hacia la clínica del trabajo. Por eso no estudio lo que la relación con
el trabajo podía aportar a la formación o incluso a la perturbación del
“mundo”. Sin embargo, el quería construir una teoría social. Para dar cuenta de
la formación de las sociedades, Freud recurre, como fuerza de ligazón y de
asociación de los seres humanos, no al trabajo
sino a la libido. De hecho la tesis
acerca de la centralidad del trabajo respecto de la polis, que intentare desarrollar en este segundo tomo, hara
aparecer ciertas contradicciones respecto de la teoría social de Freud.
En vista
de permitirle al lector que acometiera el presente volumen sin haber tomado
conocimiento del tomo I, dare primero una visión de conjunto de lo que es el
objeto de estos dos volúmenes (capitulo primero).
Para
evaluar los pormenores de las discordancias entre la teoría social de Freud y
lo que implica la tesis de la centralidad del trabajo respecto de la polis, propondré un análisis de uno de
los “textos sociológicos” más importantes y más comentados de Freud: “Psicología
de las masas y análisis del yo” (capitulo II).
Proseguiré
con un capitulo acerca del “trabajar juntos”, y mas precisamente acerca de lo
que le aporta la clínica a la descripción del colectivo de trabajo y de la
cooperación (capitulo III).
El
capitulo siguiente estará consagrado al análisis de la Psicodinámica del
reconocimiento y a los limites axiológicos
del reconocimiento en el trabajo (capitulo IV).
El
capítulo V tratara del problema especifico de la cooperación vertical y la
controvertida cuestión de la autoridad.
El
capítulo VI abordara las relaciones entre el “trabajar”, lo político y la vida.
El
capítulo VII estará referido al lugar de la deliberación colectiva del trabajo.
Y
terminaremos este recorrido con la problemática referida a lo que el
conocimiento del trabajo puede aportarle al análisis de la noción de
emancipación (capítulo VIII).
FIN INTRODUCCION.
Próxima entrega: capítulo I – SUBJETIVIDAD, TRABAJO Y ACCION:
UNA VISION DE CONJUNTO.
San Juan, nueve de setiembre de 2014, (a 1 día de haberse
aprobado el FONDO SOLIDARIO PARA JUBILADOS.)
La
Solidad es más fuerte!
La
Solidaridad no se jubila!
Todos
los intentos de hacer fracasar el proyecto de Pantano, terminaron arrollados
por la SOLIDARIDAD!
Las
bases solidarias se llevaron puestos los doctores liberales!
Por
un futuro de cooperación solidaria entre ADICUS y DAMSU en el área de la SALUD
y EL TRABAJO!
El
2 de diciembre: ¡ganemos la Mayoría!
ineluctable
1. adj. Que no puede lucharse contra ello, inevitable:
destino ineluctable.
Maniqueísmo
- m.
Doctrina fundada por el filósofo persa Manes que se basa en la existencia
de dos principios eternos, absolutos y contrarios, el bien y el mal.
- P. ext., cualquier actitud que mantiene posturas extremas, sin
puntos intermedios:el
maniqueísmo de esta novela demuestra el desconocimiento histórico del
autor.
[11] axiología
- f. filos.
Teoría crítica de los valores. (Del fr. axiologie, y este del gr. ἄξιος 'digno', 'con valor' y el fr. -logie '-logía'). Según la axiología de Scheler, los valores
superiores son los religiosos, y los inferiores, los sensitivos.